No muzak: el ascensor de la Cárcel Vieja se convierte en una cápsula sonora dedicada a Pierre Boulez

En la Cárcel Vieja de Murcia la cultura no aparece solo en las salas, en los escenarios o en los paneles expositivos. También sucede en un lugar mínimo y aparentemente neutro: el ascensor. El proyecto NO MUZAK transforma ese espacio de tránsito en una cápsula sonora cambiante, y una de sus etapas la dedica íntegramente a la figura de Pierre Boulez.

La idea es tan sencilla como contundente: sustituir la música de relleno por una escucha que importa. Durante varias semanas, quien se desplace entre plantas en la Cárcel Vieja no escucha ruido genérico, sino fragmentos cuidadosamente seleccionados del universo bouleziano. Cada trayecto es breve, pero suficiente para percibir un gesto, una textura, una energía. El ascensor deja de ser un lugar anónimo y se convierte en un pequeño laboratorio acústico.

NO MUZAK propone intervenir en la rutina del edificio. No se pide al público que se siente, que guarde silencio o que se prepare para un ritual solemne: se le acompaña en un gesto cotidiano y se le ofrece, casi por sorpresa, una experiencia de escucha distinta. Esa es la fuerza del proyecto: demostrar que la cultura contemporánea puede aparecer donde menos se espera, y que un espacio tan funcional como un ascensor puede alojar contenidos exigentes sin perder accesibilidad.

La cápsula dedicada a Pierre Boulez encaja de manera natural en esta lógica. El compositor francés, asociado a la innovación y al cuestionamiento de las formas establecidas, aparece aquí en un formato fragmentario, casi táctil. No se pretende reproducir una obra completa, sino sugerir un territorio, abrir una puerta. Un motivo rítmico, una sonoridad extrema, un giro inesperado de la escritura musical pueden bastar para que alguien salga del ascensor con una pregunta o con la sensación de haber rozado algo diferente.

NO MUZAK construye así un discurso sobre el edificio y sobre la manera de habitarlo. La Cárcel Vieja se concibe como un organismo atravesado por el sonido: cada planta tiene su vida, pero el ascensor las conecta todas a través de pequeñas piezas de arte sonoro y músicas seleccionadas con criterios curatoriales. Hacer que una de esas estaciones esté dedicada a Boulez es una forma de afirmar que la música de vanguardia no es un territorio aislado, restringido a especialistas, sino una presencia que puede acompañar el movimiento diario de quienes visitan el centro.

Este proyecto convierte cada viaje vertical en una experiencia cultural comprimida. En unos segundos, el público entra en contacto con un fragmento de una historia musical compleja, pero presentada sin solemnidad, integrada en la arquitectura del día a día. Así, NO MUZAK refuerza la vocación de la Cárcel Vieja como centro de cultura contemporánea donde los lenguajes actuales ocupan todos los rincones posibles, también aquellos que, en otros lugares, seguirían siendo solo espacios de paso.